viernes, 13 de febrero de 2009

El nuevo jinete del Apocalipsis: Internet



El vídeo Epic, ¿Cómo será Internet hacia 2015?, publicado en You Tube sobre el 2006 no es más que una mala aproximación sobre el futuro del periodismo en la era de Internet. Está basado en previsiones que no pueden asentarse en uno de los pilares básicos del periodismo, la veracidad.

Ya Hume demostró que la veracidad de unos hechos futuros no es demostrable en el presente asegurando que en un pasado sucedió algo similar, el futuro está fuera de la dimensión de la ciencia. Del mismo modo que nadie puede demostrar que siempre lloverá de arriba hacia abajo ,mucho menos se puede elaborar un vídeo pseudocientífico con ambiciones periodísticas sustentado en una gran mentira.

El reportaje mezcla informaciones reales con previsiones de medium sin que en ningún momento se pueda apreciar esta diferencia. Elaborado en 2004, se prolonga hasta el 2015 impunemente, anunciando el fin del periodismo, de la libertad informativa, proclamando el imperio de Google, un férreo control de una información pervertida y corrompida por este nuevo medio comunicativo. Los medios impresos morirán y sólo habrá pequeñas revistas para minorías elitistas, el periodismo ciudadano se anuncia como noticias redactadas en blogs por personas desconocedoras de todos los criterios informativos.

En definitiva la Apocalipsis de la comunicación viene dada por el medio que más posibilidades le ha ofrecido hasta el momento. Quizás si su creador centrara su inventiva en la ciencia ficción estaríamos disfrutando de una gran obra literaria a lo George Orwell.

Analizar Internet exclusivamente desde una perspectiva positiva es igual de reduccionista. Sin embargo debemos creer en el polimorfismo de los medios. Un nuevo medio no surge porque sí de forma autónoma e independiente sino que se nutre de las formas compositivas de sus predecesores. El periodismo en red se ha ido empapando de las formas radiofónicas, televisivas e impresas, no las ha aniquilado sino que las ha incorporado. Además posee la posibilidad de unir estos 3 medios en un mismo formato pudiendo el ciudadano completar la lectura de la noticia con su versión audiovisual.

El periodismo impreso debe reubicarse pero aún su condena a muerte no se hará efectiva. Puede que aún le quede un recorrido de unos 40 o 50 años, eso sí como algo completamente diferente a lo que conocemos hasta el momento, prensa especializada, reportajes de investigación... la urgencia informativa cumple mejor su función en Internet, pero la prensa siempre podrá dar las claves de los hechos de un modo más extenso, comprado por la minoría que no se contente sólo con el contenido del medio digital.

Igual de hipócrita es afirmar que Internet ha roto con la gran variedad de fuentes con las que antes gozaban los medios. Desde que el periodismo se convirtió en objeto de empresas corporativas la mayor parte de las noticias llegan de un espectro muy reducido de agencias de prensa. De hecho Internet podría romper en algunos casos con esta dictadura. Si bien debe controlarse y ser realizado por especialistas ya que una total libertad de publicación podría llevar a una gran mentira universal.

El mayor peligro de Internet viene dado por las tecnologías push. El uso que actualmente hacemos de los medios se basa en su opuesto, el modo pull. Es decir, cuando un usuario precisa de información acude a Internet y pulsa en los distintos enlaces que le conducirán a satisfacer su hambre informativa. Sin embargo, se está desarrollando un tipo de tecnología que invertiría el sistema. Se trata del usuario pasivo al que Internet le analiza sus gustos y preferencias y que periódicamente recibirá, sin él solicitarlo, informaciones a su correo o móvil sobre temas que la red consideran son de su interés.

La pasividad que implica este sistema es un peligro a la hora de crear una sociedad bien informada, ya que reducir el criterio informativo al impuesto por un tipo de tecnología, y es más, no ser uno mismo actor en tal proceso puede llevar a un periodismo hecho para velar los intereses de ciertas corporaciones, olvidando el fin último del periodismo, contar la verdad.

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